domingo, 17 de agosto de 2014

Reseña: "El nombre del viento", de Patrick Rothfuss

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He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
 "Me llamo Kvothe. Quizás hayas oído hablar de mi."

Título: El nombre del viento

Autor: Patrick Rothfuss

Saga: Crónica del asesino de reyes (1/3)

Páginas: 872

Editorial: Plaza & Janés

Año de publicación: 2009

Edición: Rústica

La primera vez que empecé a leer este libro fue en PDF, un par de meses luego de su publicación. No llamó demasiado mi atención, y lo dejé poco después de los primeros capítulos, antes que Cronista apareciese. Años más tarde, tuve la oportunidad de tenerlo en mis manos, y decidí ver si me había perdido de algo, y si había algún fundamento en todo el ruido que se estaba haciendo sobre esta novela.

Sí, lo había.


La cosa cambia, y mucho, cuando llega el Cronista a una pequeña posada de un pueblito, atendida por un hombre de rojos cabellos y verdes ojos, junto con un ayudante que no parece fuera de lo común. Palabra clave: parece. O parecen, ya que Cronista ha venido a por la historia de uno de esos personajes que cuentan las leyendas, y al fin lo ha encontrado. En un posada. Tras la barra. y no muy dispuesto a contarle su historia... al menos en principio, que si no, no habría ni trilogía ni novela.

En los primeros capítulos de la historia, me dio la impresión que era un muchacho demasiado inteligente para su edad, más tirando al Gary Stu que a otra cosa, en ambiente fantástico. Estaba a punto de dejar el libro, pero el hecho que este muchacho cometía errores, errores graves, por creerse que lo sabía todo, me retuvo. El hecho que hizo que dejase atrás a su caravana en la que había vivido durante toda su existencia me dijo que valía la pena seguir leyendo, e hice bien.

Poco le dura su aproximación a lo Gary Stu, ya que su escenario cambia por completo. Ahora tiene que ser listo, estar atento, y cuidarse mucho de los peligros que asechan en una ciudad. Los personajes que allí se encuentra muestran facetas humanas que él no conocía del todo, y le empieza a enseñar, a los golpes a veces, que no lo sabe todo, y que debe adaptarse o morir.

El tercer gran cambio de la historia que le cuenta a Cronista es de su época en la Universidad: los peligros siguen allí, sólo han cambiado de forma y se han refinado en los modos de realización. Al protagonista le pesa ser pobre, le pesa no tener dónde caerse muerto a veces, le pesa saber que tiene menos poder que un odioso rival, uno de los tantos que se gana en esta novela, y eso le limita. Así que de nuevo, o se adapta o muere, y tiene que ser más listo, más astuto, más inteligente que quienes quieren verlo fuera del mapa. Esto incluye varias posibilidades de romance, que Kvothe es demasiado "nene" para captar, y va a por una muchacha en cuestión, la luz de sus ojos. Se palpa la tragedia. Y se sospechan identidades, aunque prefiero dejar el espacio para la duda.


Existe una clase de camaradería que solo se da entre los hombres que han peleado contra los mismos enemigos o que han conocido a las mismas mujeres.

El protagonista es listo, sí, pero a veces quiero darle una buena sacudida. Pierde oportunidades que le hubiesen solucionado la vida (y tendríamos otra novela, no la misma, pero otra), toma decisiones tontas por orgullo, sana demasiado rápido a veces y cuando intenta solucionar algo, comete un error garrafal por eso, y se ve en una situación aún peor que la anterior. No he llegado a odiarle, pero sí a tener ganas de decirle que podrá ser muy astuto en algunas cosas, pero en otras no tiene ni idea. Por Monesvol, que su interés amoroso tiene intenciones clarísimas hacia él, y él prefiere no verlo. O quizás no pueda, quién sabe, por falta de herramientas o por falta de estropear una de las pocas cosas realmente buenas que tiene (y no sé por cuánto tiempo le durará).


Si buscáis una razón que explique por qué me convertí en lo que me convertí, si buscáis un principio, ahí es donde debéis mirar.

Los docentes que encuentra en la Universidad son otro tema: cada uno tiene sus mañas, y reaccionan distinto ante el precoz y ávido Kvothe. Hay quienes lo detestan, quienes lo aprecian, quienes lo ignorar... Y tienen sus propias mañas. Hasta puede que uno te parezca chiflado, pero tiene su lógica, rara, pero la tiene.

Seguiré esta saga, ya que quiero saber qué sucede, por qué terminó como está, y qué hará con la invasión de demonios arácnidos de patas cortantes que se le viene encima.

Nota final: 8,50/10

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