Ya desde el sumario se ve para dónde va la cosa: un grupo de gente supermultimillonaria, luchando contra el aburrimiento, deciden ir a divertirse a zonas de conflictos sociales y subir su proeza a un sitio particular de gente con su mismo "pasatiempo". No tienen empatía por la gente que lucha para que les traten como algo más que mano de obra esclava y como propiedad de la empresa para la cual se les ha criado. Tienen cientos de años y su hedonismo ciego repugna.

A esta altura dejé de leer, viendo para dónde iba la cosa. Algunos elementos del principio del libro eran interesantes: cómo las protestas de la mano de obra, prácticamente esclava, se ve como un divertimiento o aliciente para los grupos más ricos, por ejemplo. Pero luego viene el "los niños no son malos" y lo describen de forma tal que aburre. Lo que más me molesta es cómo se presenta a los super ricos childfree como malos, en parte, por querer ser childfree apenas pueden decidir sobre sus propios cuerpos. Oh, qué malos. Oh, qué inmorales. No por disfrutar del sufrimiento humano, sino por no querer traer más gente a un mundo hyperpoblado y que no puede soportar siquiera la cantidad de gente que ya está. El protagonista tiene casi dos siglos y medio de edad, pero actúa como un nene caprichoso, ciego y sin nadie que le ponga los puntos sobre las íes. La forma en que está escrito es aburridísima, los "giros" argumentales son obvios, los personajes son bidimensionales a lo más, y esta es otra prueba de cómo el ganar un premio importante no garantiza que la novela sea buena.
Una porquería con todas las letras.
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