El rey anciano yace en la cama, moribundo, y en las sombras de la habitación la familia real reunida espera el nombramiento del sucesor por parte del Consejo de Ancianos.Pero el rey elige a Elfgift, su hijo semielfo. Y los tres hermanos de Elfgift, furiosos por su nombramiento, juran hacer lo posible para evitar que le coronen.Conspiran para destruir a Elfgift, y casi consiguen su malvado objetivo. Pero la temible mujer guerrera, Jarnseaxa, se une a Elfgift. Le llama a la guerra y a la venganza.....
Autora: Susan Price
Páginas: 260
Editorial: El ateneo
Año de publicación: 1999
Encuadernación: Tapa blanda
Encontré este libro en un sitio de venta de usados, y me dije que podría darle la oportunidad. Parecía tener algunos puntos interesantes, y la anterior dueña tenía buen gusto para los libros (o sea, que concordaba con los míos). Así que compré los dos tomos, ya que estaba.
Muerto el rey, los sucesores discuten qué hacer con el trono, y con su medio hermano, Elfgift. Medio hermano, sí, porque su madre era una elfa. El cristianismo intenta abrirse paso en el reino, el paganismo casi no está preocupado, la reina ha muerto como santa cristiana, y hay que ocuparse del bastardo real. Que no se le ocurra, por ejemplo, el querer ser rey legítimo.
El mencionado vive en una granja con sus siervos, regalo de su padre para que no digan que no le da de comer a sus hijos. Una de ellas es Ebba, una muchacha que muere de amor por él y a la que Elfgift no le da ni la hora. Al principio, pensé que Elfgift era más similar a las hadas que a los elfos (quizás por un detalle de traducción), pero luego me dije que no, que simplemente no le importa. Lo que sí le importa es cuando uno de sus hermanos viene a pos su cabeza. Casualmente cuando el protagonista está de caza.
Cuando Elfgift se encuentra con una mujer en el bosque es cuando los detalles negativos empiezan a acumularse. Una mujer guerrera lo busca y lo ayuda a deshacerse de los invasores. Luego, lo lleva para entrenarlo y hacerlo rey, dejando a todo el mundo atrás. El ser seleccionado por una figura divina es demasiado "Deux ex machina". Y luego las cosas parecen mejorar un poco: el nuevo mundo tiene mucho de las religiones nórdicas, pero a veces parece ser demasiado poco para compensar otros aspectos.
A partir de ahí, Elfgift cae cada vez más como una de esas personas a las que quieres lejos. Lo que más gana no es seguridad en sí mismo, sino pedantería. Mientras sus hermanos dan vueltas como en una calesita, la historia se vuelve predecible y hasta aburrida. Es como un plato que es picante e insípido a la vez.
Nota final: 6/10
Muerto el rey, los sucesores discuten qué hacer con el trono, y con su medio hermano, Elfgift. Medio hermano, sí, porque su madre era una elfa. El cristianismo intenta abrirse paso en el reino, el paganismo casi no está preocupado, la reina ha muerto como santa cristiana, y hay que ocuparse del bastardo real. Que no se le ocurra, por ejemplo, el querer ser rey legítimo.
El mencionado vive en una granja con sus siervos, regalo de su padre para que no digan que no le da de comer a sus hijos. Una de ellas es Ebba, una muchacha que muere de amor por él y a la que Elfgift no le da ni la hora. Al principio, pensé que Elfgift era más similar a las hadas que a los elfos (quizás por un detalle de traducción), pero luego me dije que no, que simplemente no le importa. Lo que sí le importa es cuando uno de sus hermanos viene a pos su cabeza. Casualmente cuando el protagonista está de caza.
Cuando Elfgift se encuentra con una mujer en el bosque es cuando los detalles negativos empiezan a acumularse. Una mujer guerrera lo busca y lo ayuda a deshacerse de los invasores. Luego, lo lleva para entrenarlo y hacerlo rey, dejando a todo el mundo atrás. El ser seleccionado por una figura divina es demasiado "Deux ex machina". Y luego las cosas parecen mejorar un poco: el nuevo mundo tiene mucho de las religiones nórdicas, pero a veces parece ser demasiado poco para compensar otros aspectos.
A partir de ahí, Elfgift cae cada vez más como una de esas personas a las que quieres lejos. Lo que más gana no es seguridad en sí mismo, sino pedantería. Mientras sus hermanos dan vueltas como en una calesita, la historia se vuelve predecible y hasta aburrida. Es como un plato que es picante e insípido a la vez.
Nota final: 6/10
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