Reseña: Maze Runner. Correr o morir, de James Dashner

Hay libros que destacan por sus carismáticos personajes, otros por sus atrayentes historias, y otros por una combinación de los dos puntos anteriores. El primer tomo de la serie de Maze Runner destaca por lo segundo. Y cómo.

Tapa con relieve

Todo comienza cuando el protagonista, Thomas, sube en un ascensor hacia una pequeña comunidad de adolescentes varones, en el medio de un laberinto, con lo necesario para sobrevivir. Allá afuera está el laberinto: cambia cada noche, y cuando las puertas se cierran, los Penitentes, monstruos orgánicos con apéndices  mortales, merodean entre sus muros cubiertos de enredaderas. Su veneno puede matar, o devolverte tus recuerdos, o quizás sólo encuentres la locura.

La comunidad se reparte las tareas, entre las que están las de Corredores: muchachos que recorren los laberínticos pasillos que les rodean, para luego pasmaros en un mapa. Y serán los mapas una pieza mucho más importante de lo que se puede pensar en un principio.

La acción y la tensión no tienen descanso: cuando piensas que sabes lo que está pasando, una sorpresa cae en el medio de la comunidad, o sube por el ascensor.

Es un libro extraño, ya que si bien encaja dentro de "distopia", lejos, muy lejos está de las clásicas novelas juveniles como Los juegos del hambre, o Divergente. En el primer libro se nos darán pequeñas pistas, que no alcanzan a hacernos imaginar siquiera en lo que se ha convertido el mundo, y el final, sin adelantarles nada importante, te deja con deseos de leer más.

Conclusión: Imperdible. Para leer y releer, ya que con cada lectura notas cosas que antes pasabas por alto. Quizás, un futuro clásico.

Nota final: 10/10