Bueno, la película no estuvo tan mal, al menos durante la primera mitad. Además, estaba Daniel Radcliff en un papel distinto al que lo hizo famoso, lo que era un punto a su favor. Terminé de ver la película con la sensación que se había tomado una buena historia, pero que en la segunda mitad todo empezaba a ir hacia abajo, hasta arruinarlo con el final.
Habrá que leer el libro, me dije.
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| Historia cruenta |
Y cuando lo vi como nueva adquisición en la biblioteca, fue la oportunidad perfecta. Vería y leería qué tan fiel a la novela era la película. Sabía que no iba a ser una bonita historia (es algo de familia, parece) pero no me esperaba semejante trama.
Ig Perrish es acusado de violar y asesinar a su novia Merrin Williams. Un año ha pasado, y se le ha hallado inocente por falta de pruebas, aunque se sigue sospchando de él. Una mañana, después de una borrachera en donde profana el sitio donde el cadáver de Merrin fue encontrado, despierta con un par de protuberancias en la cabeza, que resultan ser cuernos. Cuernos que le dan la habilidad que la gente lo mire y le cuente lo peor que ha hecho, y le pida permiso para hacer cosas malas, egoístas o despreciables. Conforme pasan las páginas, Ig viaja por el asco, la sorpresa, el desprecio, la decepción, la ira, y un abanico de emociones mientras va uniendo las piezas y armando el rompecabezas. Parece saber quién asesinó a su novia al fin, el problema es que no va a ser fácil sacarlo a la luz.
En principio iba más o menos bien, pero luego de la segunda mitad, cuando empiezan las partes que no fueron filmadas, la novela pasó del terror a la repugnancia. Es difícil de leer los antecedentes del asesino sin el impulso de cerrar el libro y dejarlo a un lado. Y fue cuando terminó esa fase, y volemos a un Ig bastante distinto del que leímos al principio (de la novela y cronológicamente), que dije basta.
Esta novela es demasiado cruel, demasiado violenta, demasiado sangrienta y, si bien es una buena historia, no me gustó la forma en que está escrita. No es una novela para mí.
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