De paseo por la peatonal, una mesa enorme llena de libros llama mi atención. Me acerco, curiosa, y encuentro uno a un precio irrisorio y que me interesa. Al entrar al negocio, veo un Manga de esos que hace rato quiero tener. Pregunto el precio: once veces lo que cuesta el libro. Miro el Manga de nuevo. Saco el dinero, se lo alcanzo al cajero, y le dijo "Me llevo este también".
Me dolió el bolsillo.
Pero valió la pena.
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